miércoles, 16 de diciembre de 2009

El soma del capitalismo

La droga del capitalismo.


Sistema canibalesco si los hay, el capitalismo nos ha enseñado a devorarnos unos a otros, sin piedad, sin culpa, ¿sin saberlo?. No hay excusas por supuesto, pero hay algo más, siempre hay algo más.

Debe haber sido mi paranoia con respecto de los zombis que cuando desperté ayer, pensé que estaba en una de estas películas. Puedo asegurar que veía a las personas caminar y devorarse, ¡caminar y devorarse!, como si vivieran casi inconscientemente. ¡Como zombis! – dije.
Inmediatamente fui a la escuela a buscar a mi hermana y no lo podía creer, ya se habían transformado. La profesora delante de su pizarrón, repitiendo un discurso para los alumnos que sentados prestaban atención. Sigilosamente por el pasillo principal salí intentando no llamar la atención de los muertos-vivos y fui a buscar a mi padre que estaba trabajando en la fábrica. Allí, supe que la situación era peor de lo que pensaba, los trabajadores eran zombis también y parecía que no iba a encontrar a nadie que me ayudara, así que decidí volver a mi casa.
Me desplome en el sillón y agotado, prendí la televisión, supuse que podría enterarme de lo que estaba pasando si miraba el noticiero, por supuesto que mi pobre ilusión pronto se desvanecería. A los pocos minutos el programa llego al corte y comenzó la propaganda. Estaba tan cansado, y el sillón era tan cómodo, que cuando me relaje un poco estaba casi en estado de hipnosis. No se si fue despierto o dormido, pero sentí que estaba dentro de una publicidad. Era una escena fuerte, de esas que dicen más de lo que muestran y cuando termino tuve la sensación de que si tuviese un cigarrillo en la boca no tendría problemas para matar a los zombis, o por lo menos hacerlo con estilo.
Enseguida salí de aquel estado de sugestión y me di cuenta que yo no fumo cigarrillos, ni siquiera me gusta un poco, pero que tendría estilo, nadie lo dudaba.
¡Como zombis! – dije.




La fabrica de conductas

Hay muchas maneras de producir, supongo, pero estamos acostumbrados a la producción en serie, la llave de la revolución industrial y una de las bases del sistema económico que nos domina. El conocimiento, por su parte, también es un producto como cualquier realización del hombre y como tal, puede producirse en serie. La escuela, por ejemplo, es una institución formadora de personas, produce conocimiento en serie (los mas escépticos diremos que fabrica idiotas útiles). Una organización piramidal en la distribución del poder, con un director coordinando a los profesores. En el aula están los alumnos, sentados en fila y mirando hacia el frente, donde esta el pizarrón y el profesor. El maestro da clases de pie, haciendo una diferencia en la perspectiva que tienen los alumnos estando sentados, da un orden.
Las calificaciones son individuales y se premia a los mejores promedios y se castiga a quien no cumple con las expectativas impuestas. Adam Smith, el padre del capitalismo sostenía que cada parte del grupo, debe esforzarse y concentrarse en la mejora individual. La competencia entre los individuos influiría directamente en un progreso colectivo. Esta máxima es aplicada a la economía, y a casi cualquier actividad de nuestra sociedad, como los deportes o la escuela. Los alumnos que no respetan el “contrato educativo” reciben el castigo de repetir, por ejemplo. Pero el próximo año recibirán la misma educación que los margino, no se probara otra manera de enseñar. Sin embargo, aunque todos parecen preocuparse por la educación de los chicos (cuanto sarcasmo) cada año aumenta el numero de alumnos que repiten o abandonan el colegio.
Cuando los alumnos tienen algún reclamo, pueden acudir al centro de estudiantes (el sindicato estudiantil) y las medidas para resolver la mayoría de los problemas son negociaciones con la directiva que buscara alguna especie de concesión. Cuando las negociaciones fallan están los dos finales posibles, los alumnos agachan la cabeza y vuelven al aula o toman alguna medida más radical y por lo tanto calificada de ilegal, inmoral y por lo tanto reprimible.

¿Dónde esta el sentido común? Si se llega al punto de una medida mas revolucionaria como la toma del colegio, por ejemplo, algunos padres de alumnos dirán que son chicos que no quieren estudiar y solo van a molestar; que en su época eso no pasaba; que es la música, las drogas o alguna distracción inmoral; que reclamar esta bien pero esa no es la forma y mas de uno estará de acuerdo con que la escuela vuelva a la “normalidad” utilizando la fuerza. Esto, es el sentido común.
Esta especie de instinto no sale de nuestro corazón o alguna fuerza mágica nos lo regala, el sentido común es un producto del hombre. ¿Por qué el hombre crearía un patrón de comportamientos y pensamientos? Control.

El control, el conocimiento y el poder están fundidos en una relación tan compleja como quimérica y merece un desarrollo más profundo que este simple repaso.

Lo más sorprendente del control de masas es la invisibilidad de sus cadenas y la demencia que generan. El problema siempre ha sido la elección, y el control actual toma la responsabilidad de la elección de las masas pero crea una ilusión de libertad, por lo cual la manipulación vive debajo de la ilusión de libertad pero concientemente actúa sobre el inconciente del individuo generando una inconciencia de masas. Una masa esclava.


Los métodos de manipulación del inconciente son producidos en serie. El sistema mantiene sus reglas en todas las etapas. Cuantas veces hemos escuchado decir “este chico se hipnotiza con la televisión”, por ejemplo. La repetición y la publicidad son dos herramientas fundamentales. Aunque la publicidad existe desde mucho antes, los avances tecnológicos puestos a servicio de los intereses corporativos han logrado producir la publicidad en serie también. Un televisor por casa y toda la sociedad recibe lo mismo sin necesidad de concentrarlos, eso genera un doble beneficio: las personas cada vez se aíslan mas dejando la comunicación en manos de quienes controlan la tecnología y todos reciben el discurso, la publicidad o lo que sea desde el televisor causando la sensación de que aquella caja es una especie de orador y cultivando su mensaje como la única verdad o la verdad superadora.

La droga del capitalismo

La publicidad de los cigarrillos es fantástica. Se puede deshilachar como el sistema juega con sus reglas en todos los ámbitos. Esta publicidad actúa sobre la conducta y sobre la personalidad del individuo. El sistema capitalista, que desde la competencia y el “éxito” individual promete un ascenso social (y el descenso colectivo) ya prepara a los individuos para que inconcientemente sientan empatia entre la publicidad y sus expectativas.
Desde la producción en serie de los cigarrillos y su comercialización se creo la ilusión de que este hábito pertenecía a las clases altas y prestigiosas pero que estaba al alcance de todos. ¡Magia!.
En las primeras décadas, los protagonistas de la publicidad tabacalera eran actores, médicos, soldados, modelos, personalidades reconocidas y todo en una escena exitosa, con una proyección hasta el individuo. Todo esto sumado a la vida cotidiana de las masas, cansadas de ser masas, y sus expectativas de ascenso social, tuvo como resultado un incremento exponencial de consumidores (es un termino mas completo que el de fumadores) además de crear una conducta cultural.
Hoy ha cambiado un poco, pero el mecanismo es el mismo, en las publicidades de cigarrillos los protagonistas parecen personas comunes pero siempre en la escena exitosa, ya que hoy la expectativa que domina en los jóvenes consumidores es la de ser famoso sin ser alguien en particular, sino ser famoso como sea por lo cual su expectativa es casi idéntica a la imagen de la publicidad.
El consumidor no solo esta comprando el producto, sino que esta comprando una conducta, una personalidad y un modelo de éxito, todo instalado en el inconciente.

Según las reglas del sistema, es valido y justificable que las empresas tabacaleras utilicen las herramientas disponibles para competir en el mercado y así ganar dinero. Pero dijimos que siempre hay algo más y así es, las corporaciones adoran la relación nombrada anteriormente, control, conocimiento y poder suena delicioso a su canibalesco apetito.

La realidad no cumple con las expectativas de las masas y sin embargo, sigue siendo la realidad. Las corporaciones se han adueñado de los gobiernos y su poder parece inagotable, la invisibilidad de sus cadenas y el motor que construye o destruye inconcientes crea la ilusión de que es imposible cambiar el mundo, pero sigue siendo una ilusión.
Lo más importante siempre ha sido la elección y no podemos ver o actuar más allá de
las decisiones que no entendamos, pero aunque todo parezca una ilusión hay una
verdad; ellos no saben quien eres y así comienza tu libertad.

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