miércoles, 16 de diciembre de 2009

Preso en mi ciudad

“…el día de hoy fue demoledor, me duele todo el cuerpo y mi cabeza no encuentra calma para relajarse ni siquiera cuando duermo. No se cuanto mas voy a durar en este lugar. No nací para estar acá, me encerraron sin poder elegir. La luz se apaga y no queda otra que dormir entre pesadillas. Estoy solo en este cuarto frió, al que llamo hogar porque no me queda otra. Al principio sentía odio, todo era bronca, pero ahora me siento un animal, un animal sin alma, sin mirada. Lo peor de todo es que mañana cuando esa puerta se abra todo vuelve a comenzar. La batalla por sobrevivir se llevara a algunos compañeros y tal vez la muerte me tenga en su lista, pero ya nada de eso importa, porque aquí eh perdido el sentimiento que me mantenía cuerdo, la esperanza…”

El relato con el que comienza esta nota pertenece a un preso, a un condenado de por vida. No a un hombre detrás de las rejas, encerrado en una prisión de cemento. Aquel fragmento tranquilamente podría ser tuyo, mío o de cualquier trabajador, de cualquier niño explotado o de algún travesti. Podría haber sido escrito por un estudiante universitario, podría ser de un científico. Los maestros se sentirán identificados, también los doctores, los enfermeros y los enfermos. Por que aquí, en nuestro mundo, todos somos presos. Todos somos esclavos.
Nuestros hijos nacen, pero ya no crecen, no aprenden, ni siquiera son niños. Son (y somos) parte de un plan infernal. Desde el momento en que nacemos, y mientras la vida avanza, pasamos por distintas instituciones políticas que van formando una matriz, una red de infinitos factores, la experiencia humana.
La sociedad, la cultura, y la verdad han sido mitificados, maquillados por un grupo de personas (dése el gusto de desconfiar del termino persona) que se han hecho del destino del resto.
La escuela, que no enseña sino que programa. La iglesia que miente y esconde. La policía que es una institución política de represión y cada organismo de la sociedad regulan el comportamiento de los individuos y mantienen la correa a tiro.
La cárcel no es más que una maqueta de la ciudad, tienen un modelo de diseño donde el amo y señor puede observar la conducta y comportamiento de todos los presos para regularla pero sin ser notado por estos. En la cárcel está aquel que sirve de chivo expiatorio, están los más fuertes que gracias a la violencia que ejercen consiguen ciertos privilegios. Están los que se mezclan en la ilegalidad para conseguir lo prohibido y están aquellos que trabajan y tienen buena conducta. En la prisión las personas se dividen por tribus para sobrevivir, por lo menos un día mas. Están también los lacayos de los guardias, que en su afán por canalizar toda su frustración y vida miserable juegan al amo, los pobres ingenuos. Cada ser en la cárcel vive de una ilusión, una ilusión falsa que les permite escapar a la realidad de que todos son esclavos, desde el más débil de los presos hasta el jefe de la prisión. Son esclavos.
En la ciudad es exactamente igual, tal vez más cruel. Por eso, todos somos presos políticos que vivimos de una ilusión, la ilusión de libertad.






Usted debería desconfiar de lo que esta leyendo, pero también de todo lo que lo rodea, no para paranoiquear, sino para liberarse o por lo menos vivir intentándolo.
La historia de los libros, la cultura de las épocas, el conocimiento y “la verdad” pertenecen a una clase dominante que esta por encima de los extractos sociales. No son los ricos ni los famosos, están más allá.
Hasta el sentido común, que parece el más común de los sentidos no es más que las ideas de la ideología dominante. Esta se encargara de llevar a cabo la manipulación de la realidad para mantenerse en la posición de amo, con 3 conceptos básicos: naturalizar lo social, eternizar lo histórico y universalizar lo particular.
Hay muchas más cosas y situaciones para analizar, hay muchas mas pruebas de que esta es la verdad que nos da la mentira. En casi todas las situaciones de la vida cotidiana podemos ver puesto en práctica este plan, este destino que no elegimos. Las personas van por la ciudad y la mayoría jamás se detendrá un segundo a pensar en nada, porque esa es la idea, de que todos los engranajes de esta maquinaria funcionen así, mecánicamente y sin cuestionar ni siquiera su propia existencia. Un modelo de éxito falso.
Y así vamos por la vida, tosiendo alquitrán y aturdidos por el ruido de la ciudad.
Atrapados en libertad. Trabajando y muriendo para alguien más. Me gustaría poder darte todas las respuestas y las soluciones de este anagrama indescifrable pero no las tengo. Puedo dar todo de mí sin esperar nada a cambio, pero el resto depende de vos.

1 comentario:

  1. Excelente nota, cuanta historia es la que aprendemos (de enseñansa) pasivamente con una parcialidad que anula el pensamiento crítico de la misma...¿fue alguien quien de la historia, decidió que tal suceso fuera "importante" señalar y que otro no? cuanto subjetivismo hemos estado obligados a leer en las instituciones, que bien dicho por Foucault, no son mas que cárceles creando control social, sin educar, sino des-informar, al igual que los hospitales, la policía médica, los intereses de la medicalización de la vida, las companías y grupos de poder con sus "formas" colonizadoras de países titulados "en vía de desarrollo".
    Que buena nota, cuanto aporte !

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